Introducción al yoga

Yoga Dinámico se basa directamente en la unidad inherente de cuerpo, mente y espíritu. Una unidad que es descuidada y comprometida en casi todas las actividades culturales, incluyendo a la mayoría de las clases y estilos de yoga. La manifiesta, y más accesible, expresión de esta unidad es el cuerpo: por esto yoga dinámico se basa en el acceso a las mas profundas sutilezas del ser humano desde la acción física. Esto esta basado en el reconocimiento de que ambos, espíritu y mente, dependen para su expresión del cuerpo y de su capacidad obvia y sutil para la acción. Una dependencia que entonces les permite a ambos ser plenamente accesibles y comprendidos a través y desde el cuerpo. Por eso Yoga Dinámico no utiliza ni se apoya en ningún concepto místico o esotérico. Tiene en cuenta sólo conceptos que pueden ser fácilmente deducidos por cualquiera a partir del funcionamiento natural del cuerpo, mente y espíritu. Por consiguiente no depende de aceptación ciega de ninguna autoridad externa, ni siquiera la del profesor. En su lugar busca y honra la autoridad de la vida en si misma funcionando a través de la absoluta perfección de la naturaleza en y como un ser humano.

El propósito inherente de la práctica de yoga es siempre y sólo integración: integración de cuerpo y mente, integración de estructura y función; integración de las partes del cuerpo unas con otras; integración de acciones de todo el cuerpo; integración de movimiento y respiración. Cuando esta integración ocurre revela la integridad inherente del cuerpo humano y la intrínseca unidad de cuerpo, mente y espíritu. Si cualquier otra intención destituye a integración, muy fácilmente la práctica de yoga se vuelve peligrosa para el cuerpo, mente y espíritu: especialmente cuando se persiguen ingenuas y poco investigadas ambiciones físicas y mentales. Yoga no es gimnasia, o un ejercicio de entrenamiento para el cuerpo o para la mente: es una práctica espiritual. Tiene la capacidad de tocar y satisfacer los abismos mas profundos del ser humano: pero no si se ve reducido a la persecución de limitadas ambiciones finalmente insatisfechas.

Sólo cuando la inherente integridad del cuerpo funciona libremente, la capacidad genética individual para movimiento puede ser soltada de manera segura y efectiva. De otro modo el innato deseo del cuerpo de expresar todo su potencial en movimiento no tiene un seguro y efectivo medio de expresión. Aunque fuerza y flexibilidad pueden ser impuestas en patrones habituados de movimiento poco hábiles, no proporcionarán más que satisfacción temporal y superficial, así como agotamiento y lesión. Para que yoga proporcione la profunda y última satisfacción posible debe basarse en la sabiduría inherente del cuerpo, y no en ambición.

Esta sabiduría se ha desarrollado a lo largo de 3,500.000.000 años de desarrollo experimental. Se expresa a si mismo orgánica y constitucionalmente a nivel celular: a través de sensibilidad al mecanismo placer-dolor. Esta sensibilidad produce continua e incesantemente sensaciones agradables y desagradables en cada parte del cuerpo. Esta es la integridad celular del cuerpo que es la base de su integridad inherente y estructural. Estas sensaciones, que tienen lugar a cada momento en todas las partes del cuerpo, son el único compás válido para guiar integridad de acción y movimiento.

Este potencial para el movimiento no sólo está genéticamente programado en cada cuerpo humano, además genera un profundo e irresistible momento para expresarse a si mismo. Es este momento el que alimenta el deseo de incrementar nuestra capacidad para movimiento. Sin embargo, si conductas neuróticas, necesidades y ambiciones se pon en lugar de esta tendencia orgánica, se convierte en fuente de peligro y de lesiones. En su lugar, debe ser canalizada hacia atrás, hacia la integridad inherente de la cual surge. Esta es la función de yoga: “usar movimiento, acción y quietud para soportar la inherente integridad corporal de forma que pueda acceder a su pleno potencial natural y organico, de una manera efectiva”.

Cuando el cuerpo está siendo usado de forma beneficiosa y enriquecedora tiene muy poco que decir por si mismo: las sensaciones que surgen en músculos y articulaciones son sutiles. Es sólo cuando músculos, articulaciones y tejido conjuntivo están bajo estrés que el cuerpo produce fuertes sensaciones. Esta es la primera lección que tus estudiantes deben aprender: sensibilizar el cuerpo es sensibilizar la mente, haciendo que reconozca y aprecie sutiles sensaciones. La intensidad de sensaciones no es la meta de la práctica de yoga. Sensaciones intensas siempre indican que los tejidos se están aproximando o están experimentando violencia. Si esto se lleva demasiado lejos , en cualquier momento o con el tiempo, la respuesta natural del cuerpo es producir endorfinas que enmascaran el dolor; pero estas también enmascaran el daño al que esto señala. Muchos estudiantes de yoga, además de fanáticos del ejercicio y el fitness, asocian, aunque inconscientemente, una subida de endorfinas con cierta clase de logro: y no lo es. Sin embargo las subidas de endorfinas son agradables y adictivas, tanto como destructivas.

La sensibilización de articulaciones y músculos ocurre en la repetición de simples movimientos: ulola. Al mismo tiempo estos movimientos simples despiertan músculos principales preparándolos para la quietud en posturas sostenidas. También invitan al cuerpo a reconocer y utilizar su inherente integridad, y a la mente a soportarlo. También se usan entre posturas para mantener suavidad en las articulaciones y flexibilidad en los músculos.

Los bandhas son la clave para la integridad funcional y estructural. Estrictamente hablando no son tanto técnicas sino relaciones inherentes funcionales y estructurales entre las mayores partes del cuerpo: sin embargo pueden tratarse también a modo de técnicas. Y nunca debe pasarse por alto que no son otra cosa que respuesta orgánica a la integridad inherente del cuerpo a la acción. Los bandhas permiten al cuerpo actuar con la mayor posible integridad y efectividad soltando y estabilizando simultáneamente cada articulación del cuerpo. El cuerpo humano siempre producirá los bandhas, tanto como pueda, siempre que la acción enfoque el efecto de la gravedad sobre articulaciones vulnerables. Sin embargo, patrones habituales de movimiento generados en esta contemporánea, sedentaria vida pueden, y normalmente lo hacen, evitar seriamente que los bandhas ocurran. Por ello necesitan ser reintegrados conscientemente en patrones establecidos de movimiento efectivos y enriquecedores.

Antes de que el cuerpo pueda ser integrado y desarrollado debe ser despertado: antes de ser despertado debe ser sensibilizado. Simples y accesibles movimientos son la llave de este proceso. Por ello “ulola” constituye la parte principal al empezar la formación en yoga.